Hay un terreno en el cual las personas estamos especialmente dotadas: formar y convivir dentro de grupos. Histórica y evolutivamente, el ser humano es un ser social. Si al nacer no tenemos contacto con nuestros semejantes, nuestro desarrollo queda truncado.
Juntarnos con otros está en nuestra naturaleza. Los hacemos desde que somos chicos, agrupándonos para jugar, charla y compartir experiencias. Y luego, a medida que crecemos, lo incorporamos también al proceso de estudio y al laboral. Hay una noción tácita de que uniendo los talentos individuales logramos talentos colectivos más poderosos.
En las organizaciones y en los proyectos, formamos parte de numerosos grupos y de algunos equipos. Y esta distinción se debe a que no es lo mismo el simple agrupamiento que la constitución de una unidad. Hay dinámicas en los equipos que dan lugar a la sinergia. En ese punto, el aporte colectivo supera la suma individual.
¿Qué es lo que define entonces a un buen equipo? ¿Por qué, formando parte de uno podemos lograr resultados sobresalientes?
A continuación, algunos de los patrones que identifican a los equipos poderosos:
- Orientados a un objetivo o meta: El equipo es tal, cuando hay una iniciativa compartida entre sus miembros. Éso no implica que, al quedar cumplida, el equipo desaparezca. Muchos equipos redefinen la meta, o buscan superarla cada vez que la alcanzan.
- Espíritu: Los miembros de un equipo se identifican como tales. Estar en el mismo es una elección individual y colectiva. Hay un sentido de pertenencia, una historia que es común y una visión de futuro colectiva.
- Interacción Cooperativa: En un equipo consolidado no debería dependerse de “héroes”, sino de las habilidades individuales combinadas para lograr resultados superiores. El espíritu del equipo, del que hablamos antes, está íntimamente vinculado a las interacciones de sus miembros, más que a los miembros en sí.
- Responsabilidad colectiva: En un equipo, cada individuo compromete lo mejor de sí. No espera por eso tener una ventaja o distinción personal, sino habilitar al equipo a conseguir su meta. La responsabilidad por los resultados obtenidos, sean los esperados o no, es algo que recae sobre todos los miembros del equipo. De esa manera, la colaboración y el apoyo aparecen de manera natural.
- Confianza: La confianza es el aglutinante para lograr cohesión en un equipo. Hay una frase de Simon Sinek que me parece ilustra bien el punto: “Un equipo no es un grupo que trabaja junto. Un equipo es un grupo de gente que confía uno en el otro”. Esa confianza está cimentada en todos los puntos que mencionamos antes. La confianza en un equipo podría parecer riesgosa (alguien podría socavarla y lastimarnos), pero la comunicación y la transparencia lo mitigan rápidamente. Aun cuando confiar conlleva riesgos, sus beneficios los superan con creces.
¿De cuántos equipos participas en el día a día? ¿Cuáles son los atributos o características que los hacen distintivos? Me encantaría conocer tus opiniones al respecto!